No porque los otros bienes de que gozo no lo sean (salud, familia, trabajo, etc.) sino porque Él es sostén, base, fundamento de todos ellos. Su presencia activa y amorosa los hace consistentes, ni definitivos ni ilusorios. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
*Dios es mi todo, es mi único bien.*
Cuando digo esto, mi vida debe corresponder a esta afirmación, porque si no es así, estaré viviendo en la hipocresía.
¿Y cuál sería esta correspondencia? La vivencia de su Palabra, de su Voluntad. Esta es la manera en que demostramos que amamos a alguien: cuando hacemos su voluntad.
El Señor es mi bien cuando lo reconozco en mi prójimo, en mí mismo, en las circunstancias, en su Palabra y en medio nuestro, cuando estamos unidos en su nombre.
Cuando vivo todo esto, el Señor es mi único bien.
“No son los que me dicen: ¡Señor, Señor!, los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. (Mt. 7,21)
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento