Los padres pueden equivocarse al proyectar el mejor futuro para los hijos. Dios no se equivocó al soñar en mí una gran obra. Ejecutarla libremente, con mis errores y el infinito poder de su misericordia, es la única fuente de mi felicidad. (Padre Manolo Morales o.s.a.).
Abrirse al plan de Dios significa aceptar su voluntad y confiar en su proyecto para mi vida. Es una elección que exige fe, humildad y disposición para seguir sus caminos.
Para abrazar el plan de Dios, debo tener la valentía de repetir delante las dificultades, delante de los imprevistos y de las imposibilidades, lo mismo que dijo Jesús en Getsemaní: “Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Cf. Lc. 22,42).
Debo tener la misma fe que María y decir con valentía: “Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho”. (Cf. Lc 1,38)
Al tomar esta decisión comienza una conexión más profunda con Dios y él se convierte en mi guía en todos los caminos.
Ésta es mi experiencia desde la juventud hasta hoy: una aventura de confianza total en el Plan de Dios.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento