Entrar más dentro de nosotros mismos, detenernos ahí, que es donde mora nuestra verdad, y reflexionar... Que el cuerpo que somos, vive porque tiene alma y el alma necesita cuidados, sosiego, equilibrio... nutrición. (Padre Manolo Morales o.s.a.)
No podemos nutrir sólo el cuerpo. También debemos nutrir el alma, cultivando valores, principios y prácticas que promuevan el bien.
Podemos reservar momentos exclusivos del día para la meditación, la oración o la lectura inspiradora. El contacto con la naturaleza puede conectarnos con lo divino, así como la música, el arte, el silencio y los momentos de reflexión introspectiva.
Por otro lado, las actividades que nos llevan a donarnos son un fuerte alimento para nuestra vida interior: el voluntariado, el compartir experiencias, los grupos de estudio bíblico o los conceptos humanitarios.
Participación en oraciones comunitarias como alabanzas, adoración, la misa y el culto.
Es decir, nuestra vida interior puede ser alimentada por el mismo Jesús, que se hace presente entre nosotros cuando nos amamos como Él nos amó.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento