Como los Magos siguen la estrella, deberíamos tener bien encendido el amor (que es la luz) en la conciencia, para distinguir en cada momento el bien, nuestro bien. Muy atentos, porque el mal también sabe "revestirse de luz". (Padre Manolo Morales o.s.a.).
Los reyes de Oriente siguieron la luz de una estrella que los condujo hasta el niño Jesús, que se encarnó para ser la luz del mundo. Él trajo para nosotros la luz del Bien Supremo.
Cuando hacemos el bien a nuestro alrededor, estamos siguiendo esa luz, estamos difundiendo esa luz.
La luz del bien genera armonía y amor, porque ilumina los rincones más oscuros de nuestra humanidad.
La luz de Dios llega a todas partes también a través de nosotros.
El mismo Jesús dijo que somos la luz del mundo y que no podemos permanecer ocultos, debemos iluminar a todos, no con nuestra propia luz, sino con la luz del bien que seguimos, con su luz. (Cf. Mt 5,14)
“Y la luz brilló en las tinieblas, y las tinieblas no pudieron vencerla”. (Jn 1,5)
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento