Hola!!!Te invitamos a participar al *Encuentro Mundial de la celebración de los 10 años de LIVING PEACE* Será el *sábado 5 de febrero de las 14.30 a las 16 h* a través del siguiente enlace que figura en la invitación:
Puedo “hacerme uno” con mi prójimo en todo, menos en el pecado.
Mi amor para con el otro debe ser ilimitado, pero no puede ir más allá de las fronteras del bien, porque ya no sería amor.
Debo dar testimonio de la verdad, y algunas veces, amar significa decir “No”, significa tener el coraje de ir contracorriente.
El interés del prójimo que puedo asumir como propio es aquel que le hace bien, que lo eleva a la condición de hijo de Dios, que lo hace ser una mejor persona y que le trae la verdadera felicidad.
La necesidad del otro es mía, porque somos una sola cosa, porque el otro está en mí y yo en él, y porque Dios está en todos nosotros.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Ríos de opinión, juicios parciales de unos y otros... Pero ¿verdad que también dentro de nosotros hay "corrientes" opuestas al Evangelio, que inducen al desaliento, que enfrían la fe en el Amor de Dios, y exigen firmeza y valentía de corazón? (P.M.)
Así como vemos que es bueno llorar con quien llora, debemos igualmente, alegrarnos con quien se alegra. Compartir todo. Alegrías y dolores.
Si queremos amar a Dios, debemos amar al hermano, compartiendo sus alegrías, sus conquistas, su esfuerzo recompensado, dando sentido a sus victorias.
Compartir la alegría del otro no es sólo una celebración. Es algo mucho más profundo. Es participar de su vida por amor a Dios, abriendo el camino para que él también alcance la meta de la alegría plena.
Abraços,
Apolonio Carvalho Nascimento
Si el don de la alegría es ya salud del alma y del cuerpo, que el "amor fraterno multiplique mi capacidad de gozo". Viviré así más allá de mí mismo. Sin olvidar que la Madre del cielo es "Causa de nuestra alegría", ¡la nuestra, no solo la mía! (P.M.)
Acoger al otro dentro de mí hasta convertirnos en un solo corazón y una sola alma. Para que esto suceda es necesario recoger todo lo positivo que existe en él.
Aceptarlo tal como es, sin pretender cambiarlo para que sea como a mí me gustaría.
Aceptarlo con sus defectos y limitaciones, con sus cualidades y virtudes.
Acoger al otro resaltando todo lo que tiene de positivo.
Acoger al otro “haciéndome uno” con él en sus alegrías y en sus dolores. Que su vida sea mi vida.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
¡Qué triste es la vida cuando mis ojos miopes, ignorantes, se fijan solo en lo negativo en mí y en los demás! Si Dios "todo lo hizo bien", esa Bondad "se esconde a los sabios y entendidos y se revela solo a los humildes y sencillos de corazón". (P.M.)
Delante de cada persona que se cruza en nuestro camino, podemos construir puentes que nos unan y faciliten la relación.
El significado de puente es mucho más profundo de lo que pensamos. No se queda solo en la comunicación. Es sinónimo de paz, de solidaridad y de amistad.
Cuantos más puentes, menos aislamiento. Cuantos más puentes, más fraternidad.
Ella es el símbolo de la reciprocidad. A través de ella el amor va y viene. Nada queda sin retorno.
Cuando construyo un puente entre el prójimo y yo, incluso si inicialmente puede ser una acción unilateral, dejo abierta la posibilidad de la reciprocidad.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Cuanto más la maldad humana vuelva egoístas y complicadas las relaciones entre personas y pueblos, más la Bondad de Dios nos llamará al amor fraterno y a la oración común. "¿Dónde está tu hermano?" nos pregunta hoy Dios a todos. (P.M.)
La cordialidad y la amabilidad son señales de ciudadanía, educación y aceptación.
Cuando se practican como una expresión de amor, se convierten en señales de fraternidad.
Intento acoger con cordialidad a las personas que encuentro, del mismo modo como acogería al mismo Jesús.
No siempre es fácil. La debilidad humana en mi y también en los demás, no permite que reconozca siempre esta presencia de Dios en el prójimo.
Recomienzo mil veces al día, y mil veces agradezco a Dios la posibilidad de poder recomenzar.
No solo porque hacerlo así le agrada más a Dios, sino porque todo lo que doy a los demás, lo recibo de vuelta.
El que reparte cordialidad, recibe cordialidad.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
La cordialidad brota de "un corazón que ve". Encienda Dios en el mío cada mañana la luz de la fe, es decir, sus ojos, y cada persona que hoy se encuentre conmigo se lleve una chispilla de esa luz. ¡Con la falta que nos hace! (P.M.)
La paz no es solo la ausencia de conflictos, la paz es algo mucho más profundo, porque la verdadera paz viene de una actitud de humildad activa. Es decir, depende de nuestras acciones y actitudes delante de las personas y de las situaciones.
Para tener el coraje de pedir perdón y de saber perdonar, es necesario ser humilde; para llevar concordia donde hay desunión, solo la conseguiremos con la humildad.
La paz se construye con tolerancia, aceptación de las diferencias, diálogo, y todo ello con mucha humildad.
Donde vayamos, podemos llevar la paz que Jesús nos da y que nos envía para compartirla con las personas que encontremos.
“Al entrar en una casa, digan primero: ¡Que descienda la paz sobre esta casa!”. (Lc. 10,5)
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Nos duele el dolor de Dios cuando ve cómo no se cansa la soberbia de poner armas en el corazón y en las palabras y en las manos de sus hijos. ¡Obra de Satanás! La humildad sabe "desarmar" esas manos. Dios nos enseña si se lo pedimos. (P.M.)
Cuando hacemos silencio interior, escuchamos una voz que no viene del raciocinio humano. Tiene una lógica y una fuerza propias y nada puede bloquearla o callarla. Incluso contra nuestra voluntad, ella se hace presente.
Cuando cometemos un error, es la primera en acusarnos. Cuando hacemos algo bueno nos da fuerzas para seguir adelante.
No se deja engañar por falsos justificativos. Es consuelo en la aflicción, es seguridad en la tribulación.
Por más brutalizado que alguien puedas estar, en algún momento esta voz se hará más fuerte y nos indica un camino diferente.
Si sabemos escucharla siempre, ella será la brújula que guíe todas nuestras acciones.
Si vivimos en sintonía con el amor, ella se amplificará y ganará cada vez más espacio. Es la voz de Dios en nosotros.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Ha resonado, en este octavario de oración, la súplica de Dios: "sed Uno para que el mundo crea", como un reproche a nuestras divisiones históricas, y una llamada a convertirnos y comprometernos. Dios lo quiera. (P.M.)
La mayor alabanza que podemos dar a Dios, que es uno en tres Personas, es construir entre nosotros una unidad que nos haga más semejantes a Él en la Santa Trinidad.
Esta es una gracia que debemos pedir constantemente: que se acaben las divisiones, que cesen los conflictos, que exista paz, que se realice la unidad entre las personas y entre los pueblos.
Es un sueño, pero es el sueño de Dios. Puede que solo sea una oración, pero es la última que Jesús hizo antes de volver al Padre: “Que todos sean uno”
Este debe ser nuestro compromiso en cada grupo en que estamos, en cada familia, en el trabajo, en todas partes. Ser signo de unidad en la vida cotidiana, viviendo intensamente el amor, para que la unidad sea posible y que nadie quede excluido.
Lo único que llevaremos a la eternidad son el amor y la unidad, por ser a semejanza con Dios Uno y Trino.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Ahí, en las circunstancias normales de la vida, es donde aparecemos verdaderos y creíbles, sin artificios, naturales. Unidos habitualmente a Dios, vamos contagiando sus dones (P.M.)
Si quiero tener un futuro, si quiero estar listo para vivir el viaje a la eternidad, tengo que plantar raíces profundas en el momento presente de la vida.
La alegría y la felicidad solo existen en el presente, porque el pasado es una puerta cerrada y el futuro es un abismo desconocido.
La vida está aquí, en el ahora. Debo esforzarme para que mi pensamiento y mis acciones también lo estén.
El momento presente es una pequeña pieza en el mosaico de mi existencia. Si yo lo vivo bien revelo al mundo el fabuloso proyecto del amor en mi vida.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Vivirlo bien, concentrada nuestra mirada en esa Mirada adorable de Dios que es "descanso del alma", seguridad, fortaleza... ¿Descubrirá algún día nuestro mundo que "está enfermo porque no adora? (P.M.)
Los animales que viven en manadas crean vínculos a través del instinto y esto ayuda a la supervivencia. Nosotros, además del instinto, tenemos la inteligencia, la voluntad y los sentimientos, que le dan otro significado.
Cuando un grupo de personas resuelve organizarse según la ley del amor recíproco crea una nueva cultura y desencadena una revolución de gran alcance que llega a todos los ambientes y a todos los niveles sociales, llega a todas las personas.
Hoy, reflexionemos sobre cómo podemos establecer vínculos de amor fraterno. No hace mucha falta, basta mirar a nuestro alrededor, porque allí está todo lo que podemos cambiar, comenzando por nosotros mismos
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
No es uno/a más, no es "el otro", "la otra". La fe en un solo Dios, Padre de todos, cambia radicalmente mente y corazón, y conseguimos "ver" en todos -piensen como piensen- candidatos a la Familia universal. ¿Rezamos unidos? (P.M.)
Jesús antes de morir, hizo una oración pidiendo al Padre la unidad: “Padre, que todos sean uno”. Nosotros también debemos hacer esta súplica todos los días.
Vivimos y trabajamos por la unidad, pero al mismo tiempo, debemos pedirla como un don, que sólo Dios puede concedernos.
Hay unidad donde hay amor recíproco, cuando nos amamos hasta el punto de atraer la presencia de Dios entre nosotros.
Dos o más elementos que se fusionan ya no son más muchos, sino solo uno.
Es por esto que cuando estamos en unidad y pedimos algo al Padre, no puede negarnos, porque es Él mismo, entre nosotros, que nos inspira a pedírselo.
Pidamos una sola cosa, el don de la unidad, y todo lo demás se nos dará en abundancia.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Solo cuando los hijos van creciendo caen en la cuenta de las preocupaciones de los padres. Así nosotros. Si un mundo dividido por el egoísmo de las personas y los pueblos, hiere profundamente el Corazón de Dios, ¿rezaremos unidos? (P.M.)
“Donde haya discordia, lleve yo la unión” (Francisco de Asís)
La base sólida de las relaciones es la caridad.
Cuando ella está presente, no hay malentendidos, no hay incomprensión ni resentimientos.
Donde hay caridad, hay concordia, serenidad, alegría, y sobre todo paz.
La fuerza de la caridad levanta al decaído y corrige al errante. La caridad es maestra de vida y nos da sabiduría para enfrentar todas las dificultades.
Es el bálsamo que afianza y fortalece, reanima y entusiasma y ni siquiera la muerte puede vencerla. Existe eternamente, porque viene de Dios y vuelve a Él por medio del amor que hay entre nosotros.
Llevemos la caridad a todas partes, y así construiremos también la concordia.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Me parecerá insignificante la concordia que construyo en casa, en mi ambiente, cuando deje de creer que esa unión de corazones "invita y atrae la Presencia de Dios". ¿Él, luego, no sabrá llegar más allá de todas nuestras fronteras? (P.M.)
Quien tiene miedo de innovar, de ser creativo, no progresa.
Esto vale en la vida personal, y sobre todo, en las relaciones.
Crear oportunidades para aumentar el amor recíproco en las amistades, en la relación como casado, entre padres e hijos, empleador y empleado, y con todas las personas que conocemos.
El amor es inventivo, interactivo, no se estanca, y su dinámica da nuevo vigor en cualquier situación.
Tengo amigos y amigas que están viviendo momentos muy dolorosos y difíciles, con enfermedades o problemas que pueden hacerlos desfallecer. Pero compruebo que están más vivos que nunca, porque siguen amando. Aumentan el amor recíproco con todos, al punto de continuar amando yendo más allá del dolor.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Le ocurre al pueblo cristiano lo que a nuestras familias cuando la incomprensión, la indiferencia y la división congelan el amor y las relaciones, y la vida se apaga. Rezamos unidos: Que Dios encienda en nosotros la Llama de su Corazón. (P.M.)
La unidad entre los cristianos sucede cuando la realiza el mismo Jesús.
No somos nosotros los que realizamos la unidad, pero podemos vivir por ella. Vivir para que Dios la realice.
El camino más corto es vivir el amor al hermano a gran escala. Que amar al prójimo como a uno mismo signifique también amar a la iglesia del otro como si fuera la propia.
Cuando “Donde están dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (Mt. 18,2.0) sea lo mismo que “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt. 16,18), la unidad es posible.
Cuando existe el amor recíproco entre los cristianos, estas dos citas se entienden bien a la luz de la sana doctrina de Cristo y en el respeto por las tradiciones.
Una es el complemento de la otra y la unidad se realiza en Cristo con el “Que todos sean uno”. (Cf. Jn. 17,2.0-26)
Ayudar a los demás a superar sus angustias y dificultades. No siempre podemos resolver sus problemas, pero podemos aliviar su dolor ayudándolo a cargar su cruz.
Hay varias maneras en que podemos ayudar. Con oraciones, con una acción concreta, con una presencia amiga, escuchando, aportando ideas y sugiriendo soluciones; es decir, siendo solidarios con amor fraterno.
Muchas veces me acerqué a alguien que sufre para solidarizarme con su dolor y lo escuché decir: “sabía que vendrías”.
La certeza de la amistad ya es una fortaleza.
Basta un recuerdo, un pensamiento, una oración, hacerse presente de alguna manera para que el prójimo no se sienta solo.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Esa participación, la mirada atenta, los ojos del corazón transmitiendo siempre sosiego y esperanza a nuestro alrededor, es lo que nos hace humanos y hermanos, "amigos fuertes de Dios". Así es como la vida tiene luz y todo cobra sentido. (P.M.)
Si sembramos solidaridad con pequeños gestos de amor a nuestro alrededor, cosecharemos bondad.
La bondad que encontraremos es la misma que repartimos o incluso hasta cien veces más. No es solo la retribución de las personas, es también el efecto social que se genera a partir de nuestras actitudes.
Siendo personas bondadosas, estamos construyendo los cimientos de una sociedad renovada por el amor. Seremos protagonistas de un mundo nuevo, con una mentalidad nueva, donde las relaciones se basen en principios y valores como la honestidad, la justicia y la solidaridad.
Cuando el amor se expresa como solidaridad, es un escudo contra el mal, es un blindaje contra el egoísmo, contra el pesimismo y la incredulidad.
Cuando nos falta la caridad, surgen los malentendidos, los conflictos, las enemistades. Quien no ama alimenta malos sentimientos que destruyen su espíritu y lo hacen infeliz.
Cuando reina la caridad entre las personas, hay serenidad, paz, armonía en las relaciones, perdón, verdadera amistad.
La caridad es Amor en su expresión más genuina: amor concreto, que es vida en donación.
No debemos reducir la palabra amor a un simple afecto, así como no podemos reducir la caridad a una limosna.
La caridad es amor de naturaleza divina. Está en nuestro ADN espiritual. Nosotros fuimos creados para amar y solo con amor nos realizamos plenamente.
Dios nos concede muchos dones, pero el don más elevado es la caridad, porque nos hace semejantes a Él que es amor.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Pasa palabra
15.1.2022
*_Aspirar al don más grande: la caridad_*
Es evidente que el corazón humano es voluble y frágil y fácilmente se nos endurece y se cansa. La caridad es fuerza que viene del mismo Corazón de Dios. Si somos humildes, Él actúa y hace madurar por dentro todos nuestros amores. (P.M.)
A veces, simplemente por respeto humano, podemos dejar de hacer lo que es justo delante de Dios. Por ejemplo: no testificar que somos cristianos por miedo a que los demás no entiendan.
No debemos actuar para agradar a las personas, sino debemos hacer siempre lo que es justo. Estar siempre delante de Dios, mejor aún, contar con su ayuda para todo lo que debamos hacer.
Tampoco debemos actuar pensando en satisfacernos únicamente a nosotros. La voluntad de Dios no siempre coincide con la nuestra, pero ciertamente es más justa que la nuestra.
Hacer lo que es justo es preguntarnos siempre si lo que vamos a hacer es amor al prójimo. Si fuera amor puro y verdadero servicio, con seguridad Dios dirá que somos justos.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Porque es Él quien nos va a juzgar, es su pensamiento y su beneplácito lo que nos interesa. Nos quedaremos solos más de una vez opinando o decidiendo "contra corriente". No importa. Estamos en el mundo, pero "no somos del mundo". (P.M.)
Crecer en comunión es vivir por el otro. Es poner en común las ideas, los bienes, los talentos, las necesidades, los dolores y las alegrías. Es una comunión de vida.
Todos son llamados a la comunión, pero cada uno según su propia medida. Debe ser libre y espontáneo, motivado únicamente por el amor a Dios y al hermano.
Debemos ir más allá de la comunión de sólo lo superfluo, de lo que nos sobra. Debemos poner en común según la necesidad del otro o la necesidad de la comunidad.
La comunión es diferente de la donación. Lo que se pone en común no le pertenece a uno o al otro, nos pertenece a todos.
Cuando hay comunión material y espiritual, nos convertimos realmente en un solo cuerpo y un solo espíritu.
Comunidad, vidas en comunión, donde el ser y el tener de cada uno se convierten en patrimonio de todos, administrado con el amor recíproco.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
¡Ojalá estos medios nos sirvan no solo para comunicar saludos y noticias sino, sobre todo, corazón y alma y vida interior! Si “un amigo fiel es medicina de vida” ¡cuánta SALUD y presencia de Dios podremos procurarnos mutuamente! (P.M.)
Quien medita y practica la Palabra de Dios, cultiva en su corazón una gran alegría, porque en ella está contenida la revelación: Dios viene a nosotros a través de su Palabra.
Cuando tenemos una gran alegría en nuestro corazón, inmediatamente queremos comunicar el motivo de esta alegría a todos.
Quien descubre la inmensa alegría de poder vivir la Palabra de Dios, siente el deseo de llevar esa alegría a todo lado, a todas las personas que lo rodean y más allá.
Para mí, conocer y profundizar en la Palabra de Dios significa meditarla y dejarme inundar por el amor que ella contiene. Y el amor trae alegría; la cual quiero llevar al mundo entero.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Están ahí, ante nosotros, el dolor y las desgracias de tantos hermanos y hermanas que buscan desesperadamente la felicidad. ¿No quema nuestro corazón el deseo de llevarles luz y paz y alivio? Dios nos dé, para ofrecerla, toda su alegría. (P.M.)
El diálogo siempre es un desafío. Requiere desprenderse de la propia idea y un gran respeto por la idea del otro que va más allá de todo prejuicio.
La multiplicidad de pensamientos invadió los medios de comunicación y nos deja confundidos, incluso con relación a valores que hacen parte de nuestra formación familiar y cultural.
Más que nunca, es necesario dialogar con todos. Abrirse al diálogo teniendo como motivación el amor al prójimo.
Cuando se escucha por amor, es inmediata la respuesta: el otro a su vez, se interesa en escuchar.
El enfrentamiento conflictivo no convence a ninguna de las partes, en cambio el diálogo es capaz de hacer una síntesis que extrae el bien de todos los aspectos y compone un todo armonioso y sano, que posibilita la convivencia pacífica y la aceptación de las diferencias.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Es una fuente la Verdad, no un "estanque". Y no es tuya ni mía ni propiedad de alguien. La Verdad nos precede a todos. Es Dios la Verdad y es el Amor. No llegamos, por eso, a la verdad con divisiones e intolerancias, sino con el amor. (P.M.)
Para identificar los verdaderos valores, debemos ver sus características, ya que existen muchos valores falsos que nos engañan por la apariencia.
Deben ser justos y respetar la dignidad humana; deben enaltecer las virtudes y desterrar los vicios, deben ser embajadores de la libertad, pero al mismo tiempo valientes defensores de la verdad.
Los verdaderos valores se basan en el amor, que es su verdadera identidad, y construyen la fraternidad.
Cuando amamos a cada prójimo como a nosotros mismos, respetamos plenamente la dignidad humana.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Por muy acostumbrados que nos tenga la vida pública a la desconsideración y al insulto, ¿no deseamos una sociedad sana, donde las buenas formas y la delicadeza del trato alumbren la dignidad de que Dios nos ha revestido a todos? (P.M.)
La mayor victoria que podemos tener no es sobre ningún enemigo externo, sino es la victoria sobre nosotros mismos. Superar el egoísmo, salir de nosotros para llevar en el corazón el amor al prójimo. Superar el cansancio, la comodidad, el prejuicio para ir al encuentro del otro. Vencer las intrigas, la calumnia, el juicio y la condena, para distribuir el perdón e instaurar la paz en las relaciones.
Celebrar la victoria del amor sobre el odio, del bien sobre el mal, en la batalla cotidiana dentro de nuestro corazón.
Que la victoria de nuestro “hombre nuevo” sea constante y que la derrota de nuestro “hombre viejo” sea para siempre. Porque el “hombre nuevo” es la presencia de Cristo resucitado dentro de nosotros.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Que es como decir: tener nuestra "habitación" bien ventilada, las ventanas abiertas, y librarnos de los miasmas de un corazón "cerrado". No es sano mirarnos demasiado. Mejor ser agua corriente que agua estancada. (P.M.)
Podemos tener como ideal la realización de la unidad entre los pueblos; pero, para concretar este ideal, debemos comenzar a ser instrumentos de unidad en el día a día, en los ambientes donde vivimos.
“Hacerse uno” con todos, aceptar las diferencias, respetar las ideas, los diferentes credos, acoger a todos como nos gustaría ser acogidos.
Estas son las actitudes que favorecen la realización de la unidad, pero la unidad se construye realmente con el amor recíproco, que contiene todos estos elementos y mucho más.
La medida del amor que produce la unidad es la que Jesús nos dejó: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado”. (Cf. Jn. 15,12-17)
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
¡La unidad! Nos la infundió Dios al crearnos; va en nuestra sangre. Hoy el virus del egoísmo, que divide y envenena, la ha convertido en una conquista. Combatir cada día por salvaguardarla y reforzarla es tarea de los hijos de Dios. (P.M.)
Cierta vez, Jesus hizo un programa para retirarse a un lugar desierto, tal vez para orar y descansar, pero al llegar allí, encontró una multitud que lo esperaba. Inmediatamente pospuso su programa y les dio la bienvenida a todos, curando sus dolencias e incluso dándoles de comer. (Cf. Mt. 14,13-21)
A veces, hacemos programas para el día, pero ocurren imprevistos que cambian por completo nuestro programa. Lo importante es tener apertura de corazón para atender los imprevistos, sobre todo, acoger a cada prójimo que estuviera a nuestro lado, principalmente si su necesidad fue la causa del cambio de programa.
“El hombre propone y Dios dispone”, dice un proverbio popular que puede ayudarnos mucho en estos momentos. Debemos tomar todo de las manos de Dios, sabiendo posponer nuestro programa para hacer Su voluntad.
Un día entero con este propósito en el corazón nos acerca tanto a Dios, que sentimos haber tenido el mejor día que hemos vivido.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Como cuesta alguna mañana obedecer al despertador, solo aceptaremos ciertas amarguras de la vida si creemos estar ejecutando una "partitura" escrita en el Cielo, en que también las disonancias, no solo los acordes, tienen su sentido. (P.M.)
“El amor a Dios consiste en cumplir sus mandamientos.” (1Jn. 5,3)
Los mandamientos de Dios son tan completos que incluso una persona que no tiene una religión, si los pone en práctica, vivirá en paz.
Reflexionemos sobre uno ellos que es bastante universal: “Amar a tu prójimo como a ti mismo”. El mismo Jesús dijo que este mandamiento es similar al que dice amar a Dios sobre toda las cosas. (Cf. Mt. 22,34-40)
Podemos amar al prójimo en todo momento. Y cuando lo hacemos motivados por el amor a Dios, llegamos a creer en el amor, porque se vuelve verdadero en nosotros mismos.
Por lo tanto, creer en todo momento en el amor de Dios, no es un simple acto de voluntad, es la consecuencia de todos nuestros actos de amor.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Que es como el Sol ese Amor: también con un cielo nublado, Él está. Y "más se nos manifiesta cuanto más hondo se esconde": en lo más ordinario y sencillo, en el dolor y en el gozo... Es Amor que busca amor y enciende la fe. (P.M.)
El simple hecho de ser parte de la humanidad nos da un grado completo de igualdad y nos coloca en la condición primordial de fraternidad.
Si somos seguidores de alguna religión, debemos tener en cuenta que todas consideran a los seres humanos hermanos entre sí.
Si somos cristianos, nuestra oración por excelencia llama a Dios nuestro Padre y, por lo tanto, cada prójimo es por consecuencia un hermano.
Hermano en el sentido más verdadero, no solo una persona con los mismos derechos y deberes, sino un hermano, hijo de un único Padre que nos creó iguales en nuestra esencia, porque fuimos creados a su semejanza.
Si en mi acción yo tomo en cuenta este hecho, estableceré una relación fraterna con todos y reforzaré mi relación con Dios.
Él quiere que tengamos una relación fraterna entre nosotros, como condición para tener una relación filial con Él.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
¡Ver! Solo el amor en el corazón limpiará nuestros ojos y nos librará contantemente de ese mal universal que es la "cortedad de vista". Quien ama ve. Ve como Dios, que "no mira con los ojos, mira con el corazón". (P.M.)
A quien está en necesidad, no sólo debemos ayudar por descargo de conciencia. Debemos amar a aquella persona, debemos servirla. Esta es la gran diferencia.
La ayuda desinteresada no crea vínculos. El amor ya es un vínculo. Hermana e iguala a quien ayuda con el que está siendo ayudado.
Por lo tanto, al ver a alguien que necesita ayuda, recordemos amarlo. Nuestro gesto, incluso siendo pequeño, tendrá otro significado.
Para amar hoy, podemos dar cualquier tipo de ayuda: dar un consejo, escuchar, estar a lado, incentivar, valorar las cualidades de la persona, orientar, o incluso conseguir una ayuda material.
Es decir, hacer que el otro sienta nuestra cercanía.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Nuestro amor comprende los problemas que afligen a la humanidad, es verdadero y realista, nada ilusorio, solo cuando sabemos hacernos prójimos -cercanos- de quien tenemos cerca, y lo amamos y comprendemos y servimos. (P.M.)
Las primeras personas que fueron a adorar al niño Dios fueron pastores pobres y tres magos de Oriente. Ellos fueron acogidos por María y José con amor y sinceridad.
En toda su vida, Jesús acogió todo tipo de personas: pobres, enfermos, niños, ricos, gente de mala reputación, doctores, personas sencillas y casi sin ninguna educación.
Acogía a todos con inmenso amor y con sinceridad desconcertante, porque resaltaba la humildad y rechazaba la arrogancia.
Siguiendo su ejemplo y también el de María y José en la gruta de Belén, acojamos a todos sin excepción.
Dejemos llegar a todos, a través de nosotros, el inmenso amor de Dios que no hace distinción de personas.
Llevemos al mundo el amor que construye la verdadera unidad.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Y es sincero el corazón cuando se va dejando habitar por la Verdad, que lo limpia, lo "hace libre" y comprensivo y humilde, hijo de Dios, "el Verdadero". Conocerse uno mismo y aceptarse plenamente nos hace humanos y acogedores. (P.M.)
Me hace mucho bien en la vida cuando confirmo la intención de mis acciones con un “Por ti”. Le da sentido a todo lo que hago, queda establecida en aquel momento una cooperación: ya no soy más solo yo el que hago las cosas, sino Dios está conmigo.
Redoblar la intención de amar, también la atención al hermano, porque estoy haciendo un acto dirigido directamente a Dios.
Todo: cada gesto, cada palabra, cada actitud en casa o en el trabajo, todo: “Por ti Jesús” o “Para ti, Dios mío”.
El deseo de amar ya es amor, pero un gesto de amor concreto declarado es el sello de una relación sincera entre Dios y yo.
Que al final de este día pueda hacer un examen de conciencia y darme cuenta que mi jornada fue una obra maestra de amor, construida en coautoría con Dios.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
El amor que ponemos en cada cosa es el empuje vital que nos eleva. ¿De qué no será capaz un padre, una madre, por su hijo, su hija? "Por Ti", le decimos a Dios; y eso que hacemos cobra la fuerza del amor. ¡Probemos! Cambia la vida. (P.M.)
«Vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo» (Mt 2, 2).
Estas palabras, que solo recoge el Evangelio de Mateo, las pronuncian unos «sabios» que han llegado desde lejos a hacer una visita bastante misteriosa al niño Jesús.
Es un grupo pequeño que emprende un largo camino siguiendo una pequeña luz, en busca de una Luz más grande, universal: el Rey que ya ha nacido y está presente en el mundo. De ellos no sabemos más, pero este episodio está lleno de motivos para la reflexión y la vida cristiana.
Ha sido elegido y propuesto en este año por los cristianos de Oriente Próximo para celebrar la «Semana de oración por la unidad de los cristianos»[1], una ocasión preciosa para volver a ponemos en camino juntos, abiertos a la acogida recíproca, pero sobre todo al designio de Dios de ser testigos de su amor para todas las personas y pueblos de la tierra.
«Vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo».
Esto dicen los cristianos de Oriente Próximo en el documento que acompaña a las propuestas para esta Semana de Oración: «[…] la estrella que apareció en el cielo de Judea constituye un signo de esperanza largamente esperado, que lleva a los Magos -y en ellos, en realidad, a todos los pueblos de la tierra- al lugar donde se manifiesta el verdadero Rey y Salvador. La estrella es un don, un signo de la presencia amorosa de Dios para toda la humanidad. [...] Los Magos nos revelan la unidad de todos los pueblos deseada por Dios. Viajan desde países lejanos y representan culturas diversas, y sin embargo a todos los empuja el deseo de ver y conocer al Rey recién nacido; se reúnen en la gruta de Belén para honrarlo y ofrecerle sus regalos. Los cristianos están llamados a ser en el mundo un signo de la unidad que Él desea para el mundo. Aunque pertenezcan a culturas, razas y lenguas distintas, los cristianos comparten una búsqueda común de Cristo y un común deseo de adorarlo. La misión de los cristianos es, pues, ser un signo, como la estrella, para guiar a la humanidad sedienta de Dios y llevarla a Cristo, y para ser instrumento de Dios para realizar la unidad de todas las gentes»[2]. La estrella que resplandece para los Magos es para todos, encendida ante todo en lo profundo de la conciencia que se deja iluminar por el amor. Todos podemos agudizar la mirada para descubrirla, ponemos en camino para seguirla y alcanzar la meta del encuentro con Dios y con los hermanos en nuestra vida cotidiana, para compartir con todos nuestras riquezas.
«Vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo».
Honrar a Dios es fundamental para reconocernos ante Él tal como somos: pequeños, frágiles, siempre necesitados de perdón y misericordia y, por ello, sinceramente dispuestos a la misma actitud para con los demás. Este honor, debido solo a Dios, se expresa plenamente en la adoración.
Podemos dejarnos ayudar por estas palabras de Chiara Lubich: «[...] ¿Qué significa "adorar" a Dios? Es una actitud que se dirige solo a Él. Adorar significa decirle a Dios: "Tú eres todo”; es decir: "Eres el que es"; y yo tengo el inmenso privilegio de vivir para reconocerlo. [...] significa también [...]: "Yo soy nada”. Y no decirlo solo con palabras. Para adorar a Dios hace falta anularnos nosotros y hacer que triunfe Él en nosotros y en el mundo. [...] Pero el camino más seguro para llegar a la proclamación existencial de nuestra nada y el todo de Dios es totalmente positivo. Para anular nuestros pensamientos no tenemos más que pensar en Dios y tener sus pensamientos, que se nos revelan en el Evangelio. Para anular nuestra voluntad no tenemos más que cumplir su voluntad, que se nos indica en el momento presente. Para anular nuestros afectos desordenados basta con tener en el corazón el amor a Él y amar a nuestros prójimos compartiendo sus ansias, sus penas, sus problemas, sus alegrías. Si somos "amor" siempre, sin que nos demos cuenta seremos nada por nosotros mismos. Y viviendo nuestra nada, afirmamos con la vida la superioridad de Dios, que Él es todo, y así nos abrimos a adorar verdaderamente a Dios»[3].
«Vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo».
Podemos adoptar las conclusiones de los cristianos de Oriente Próximo: «Después de haber conocido al Salvador y haberlo adorado juntos, los Magos, prevenidos en sueños, regresaron a sus países por otro camino. Del mismo modo, la comunión que compartimos en la oración común debe inspirarnos a volver a nuestras vidas, a nuestras Iglesias y al mundo entero recorriendo nuevos caminos. [...] Ponerse al servicio del Evangelio requiere hoy el esfuerzo de defender la dignidad humana, sobre todo de los más pobres, los más débiles y los marginados. [...] El camino nuevo para las Iglesias es el camino de la unidad visible, que perseguimos con sacrificio, coraje y audacia, de modo que, día tras día, "Dios sea todo en todos" (1 Co 15,28)[4]».
LETIZIA MAGRI
[1]La fecha tradicional para celebrar la "Semana de oración por la unidad de los cristianos» es del 18 al 25 de enero en el hemisferio norte. En el hemisferio sur, ya que enero es tiempo de vacaciones, las Iglesias celebran la Semana de Oración en otras fechas, por ejemplo, en Pentecostés, época igualmente simbólica para la unidad de las Iglesias. Es también una invitación a mantener vivo el compromiso del diálogo ecuménico durante todo el año.
[2] Cf. http://www.christianunity.va/contentlunitacristiani/itlnews/2021/spuc-2022.html.
[3] C. LUBICH, "Palabra de vida», febrero de 2005: Ciudad Nueva n. 417 (212005), 22-23.
[4] Cf. http://www.christianunity.va/contentlunitacristiani/itlnews/2021/spuc-2022.html
La construcción de la paz empieza dentro de nosotros. Debemos estar totalmente de acuerdo con nuestra conciencia, que contiene la semilla de la verdad, pero que solo se desarrolla con la práctica.
Al mismo tiempo, debemos buscarla en Dios, porque la paz interior es resultado de una relación íntima y constante con Él. Comprender y hacer Su voluntad nos da paz de espíritu y nos transforma en portadores de paz.
La paz a nuestro alrededor es efecto de nuestras elecciones. Cuando decidimos vivir con paz dentro de nosotros, la falta de ella fuera de nosotros no perturba nuestra alma y somos capaces de influir en los ambientes donde estamos, ante todo, siendo paz.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Así iniciamos el año, con la paz en el corazón. Hijos de una Madre "llena de gracia", que ha traído el Cielo a la tierra, esa es la paz que transmitimos, el cielo dentro de nosotros mismos. "Sin hacer ruido, con humildad y perseverancia". (P.M.)