A veces, simplemente por respeto humano, podemos dejar de hacer lo que es justo delante de Dios. Por ejemplo: no testificar que somos cristianos por miedo a que los demás no entiendan.
No debemos actuar para agradar a las personas, sino debemos hacer siempre lo que es justo. Estar siempre delante de Dios, mejor aún, contar con su ayuda para todo lo que debamos hacer.
Tampoco debemos actuar pensando en satisfacernos únicamente a nosotros. La voluntad de Dios no siempre coincide con la nuestra, pero ciertamente es más justa que la nuestra.
Hacer lo que es justo es preguntarnos siempre si lo que vamos a hacer es amor al prójimo. Si fuera amor puro y verdadero servicio, con seguridad Dios dirá que somos justos.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Porque es Él quien nos va a juzgar, es su pensamiento y su beneplácito lo que nos interesa. Nos quedaremos solos más de una vez opinando o decidiendo "contra corriente". No importa. Estamos en el mundo, pero "no somos del mundo". (P.M.)