Cierta vez, Jesus hizo un programa para retirarse a un lugar desierto, tal vez para orar y descansar, pero al llegar allí, encontró una multitud que lo esperaba. Inmediatamente pospuso su programa y les dio la bienvenida a todos, curando sus dolencias e incluso dándoles de comer. (Cf. Mt. 14,13-21)
A veces, hacemos programas para el día, pero ocurren imprevistos que cambian por completo nuestro programa. Lo importante es tener apertura de corazón para atender los imprevistos, sobre todo, acoger a cada prójimo que estuviera a nuestro lado, principalmente si su necesidad fue la causa del cambio de programa.
“El hombre propone y Dios dispone”, dice un proverbio popular que puede ayudarnos mucho en estos momentos. Debemos tomar todo de las manos de Dios, sabiendo posponer nuestro programa para hacer Su voluntad.
Un día entero con este propósito en el corazón nos acerca tanto a Dios, que sentimos haber tenido el mejor día que hemos vivido.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Como cuesta alguna mañana obedecer al despertador, solo aceptaremos ciertas amarguras de la vida si creemos estar ejecutando una "partitura" escrita en el Cielo, en que también las disonancias, no solo los acordes, tienen su sentido. (P.M.)