Quien medita y practica la Palabra de Dios, cultiva en su corazón una gran alegría, porque en ella está contenida la revelación: Dios viene a nosotros a través de su Palabra.
Cuando tenemos una gran alegría en nuestro corazón, inmediatamente queremos comunicar el motivo de esta alegría a todos.
Quien descubre la inmensa alegría de poder vivir la Palabra de Dios, siente el deseo de llevar esa alegría a todo lado, a todas las personas que lo rodean y más allá.
Para mí, conocer y profundizar en la Palabra de Dios significa meditarla y dejarme inundar por el amor que ella contiene. Y el amor trae alegría; la cual quiero llevar al mundo entero.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Están ahí, ante nosotros, el dolor y las desgracias de tantos hermanos y hermanas que buscan desesperadamente la felicidad. ¿No quema nuestro corazón el deseo de llevarles luz y paz y alivio? Dios nos dé, para ofrecerla, toda su alegría. (P.M.)