La cordialidad y la amabilidad son señales de ciudadanía, educación y aceptación.
Cuando se practican como una expresión de amor, se convierten en señales de fraternidad.
Intento acoger con cordialidad a las personas que encuentro, del mismo modo como acogería al mismo Jesús.
No siempre es fácil. La debilidad humana en mi y también en los demás, no permite que reconozca siempre esta presencia de Dios en el prójimo.
Recomienzo mil veces al día, y mil veces agradezco a Dios la posibilidad de poder recomenzar.
No solo porque hacerlo así le agrada más a Dios, sino porque todo lo que doy a los demás, lo recibo de vuelta.
El que reparte cordialidad, recibe cordialidad.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
La cordialidad brota de "un corazón que ve". Encienda Dios en el mío cada mañana la luz de la fe, es decir, sus ojos, y cada persona que hoy se encuentre conmigo se lleve una chispilla de esa luz. ¡Con la falta que nos hace! (P.M.)