La mayor victoria que podemos tener no es sobre ningún enemigo externo, sino es la victoria sobre nosotros mismos. Superar el egoísmo, salir de nosotros para llevar en el corazón el amor al prójimo. Superar el cansancio, la comodidad, el prejuicio para ir al encuentro del otro. Vencer las intrigas, la calumnia, el juicio y la condena, para distribuir el perdón e instaurar la paz en las relaciones.
Celebrar la victoria del amor sobre el odio, del bien sobre el mal, en la batalla cotidiana dentro de nuestro corazón.
Que la victoria de nuestro “hombre nuevo” sea constante y que la derrota de nuestro “hombre viejo” sea para siempre. Porque el “hombre nuevo” es la presencia de Cristo resucitado dentro de nosotros.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Que es como decir: tener nuestra "habitación" bien ventilada, las ventanas abiertas, y librarnos de los miasmas de un corazón "cerrado". No es sano mirarnos demasiado. Mejor ser agua corriente que agua estancada. (P.M.)