Acoger al otro dentro de mí hasta convertirnos en un solo corazón y una sola alma. Para que esto suceda es necesario recoger todo lo positivo que existe en él.
Aceptarlo tal como es, sin pretender cambiarlo para que sea como a mí me gustaría.
Aceptarlo con sus defectos y limitaciones, con sus cualidades y virtudes.
Acoger al otro resaltando todo lo que tiene de positivo.
Acoger al otro “haciéndome uno” con él en sus alegrías y en sus dolores. Que su vida sea mi vida.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
¡Qué triste es la vida cuando mis ojos miopes, ignorantes, se fijan solo en lo negativo en mí y en los demás! Si Dios "todo lo hizo bien", esa Bondad "se esconde a los sabios y entendidos y se revela solo a los humildes y sencillos de corazón". (P.M.)