La paz no es solo la ausencia de conflictos, la paz es algo mucho más profundo, porque la verdadera paz viene de una actitud de humildad activa. Es decir, depende de nuestras acciones y actitudes delante de las personas y de las situaciones.
Para tener el coraje de pedir perdón y de saber perdonar, es necesario ser humilde; para llevar concordia donde hay desunión, solo la conseguiremos con la humildad.
La paz se construye con tolerancia, aceptación de las diferencias, diálogo, y todo ello con mucha humildad.
Donde vayamos, podemos llevar la paz que Jesús nos da y que nos envía para compartirla con las personas que encontremos.
“Al entrar en una casa, digan primero: ¡Que descienda la paz sobre esta casa!”. (Lc. 10,5)
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Nos duele el dolor de Dios cuando ve cómo no se cansa la soberbia de poner armas en el corazón y en las palabras y en las manos de sus hijos. ¡Obra de Satanás! La humildad sabe "desarmar" esas manos. Dios nos enseña si se lo pedimos. (P.M.)