Las primeras personas que fueron a adorar al niño Dios fueron pastores pobres y tres magos de Oriente. Ellos fueron acogidos por María y José con amor y sinceridad.
En toda su vida, Jesús acogió todo tipo de personas: pobres, enfermos, niños, ricos, gente de mala reputación, doctores, personas sencillas y casi sin ninguna educación.
Acogía a todos con inmenso amor y con sinceridad desconcertante, porque resaltaba la humildad y rechazaba la arrogancia.
Siguiendo su ejemplo y también el de María y José en la gruta de Belén, acojamos a todos sin excepción.
Dejemos llegar a todos, a través de nosotros, el inmenso amor de Dios que no hace distinción de personas.
Llevemos al mundo el amor que construye la verdadera unidad.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Y es sincero el corazón cuando se va dejando habitar por la Verdad, que lo limpia, lo "hace libre" y comprensivo y humilde, hijo de Dios, "el Verdadero". Conocerse uno mismo y aceptarse plenamente nos hace humanos y acogedores. (P.M.)