Las relaciones que construimos deben ser como puentes que nunca se derrumban. Puentes por donde nunca deben pasar los intereses personales.
Ese puente es el amor recíproco genuino; es la sociedad de corazones y mentes.
Nunca habrá apegos excesivos o tentativas de crear una dependencia en la otra persona para poder dominarla.
Sólo con la completa libertad de ambas partes es que se puede descubrir la interdependencia en el sentido más justo cuando nos volvemos necesarios el uno para el otro, pero no indispensables; cuando somos complemento uno del otro, pero no una parte que falta.
Una relación verdadera no es un lugar cerrado, sino una casa de puertas abiertas que acoge a todos.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Las angustias y las esperanzas de nuestra "humanidad herida" nos obligaban ayer a recordar una vez más que tenemos Madre; que, junto a Ella, nos urge ser, donde estemos, en lo más cotidiano, reflejo de su corazón y sus brazos maternos. (P.M.)