Escuchar y acoger la Palabra, viviéndola.
La Palabra debe hacerse vida en nuestra vida, en todas las expresiones de nuestro cotidiano: en la familia, en el trabajo, en la escuela, con los amigos, en todo lugar y en cualquier situación.
Evangelizar no sólo es enseñar la Palabra, sino es ante todo, dar testimonio transformándola en vida.
Vivir un amor genuino para con todos los hermanos, saber perdonar, acoger a todos sin distinción; es decir, vivir el amor en su totalidad.
Cuando pongo en práctica aunque sea una sola frase del Evangelio, por ejemplo, “Perdonar setenta veces siete”, vivo todo el Evangelio.
Para amar a Dios, debo escuchar su Palabra con todo mi entendimiento y la ayuda del Espíritu Santo; debo recibir su Palabra en mi corazón para que se haga vida en mi vida.
La Palabra de Dios es amor y produce frutos en abundancia.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Tengamos mucha o poca fe en Dios, Él se las arregla para hablarnos a cada uno, incluso, si hace falta, por señas. Por detrás de cuanto ocurre, si estamos atentos, resuena siempre la voz suya sembrando esperanza y alimentando nuestro corazón. (P.M.)