El desapego de mis opiniones, de mi individualismo, puede liberarme de las ataduras del egocentrismo y enseñarme a acoger al otro, al diferente de mí.
El desapego de las personas queridas, de las amistades particulares, puede liberarme de las preferencias y abrir mi corazón a todos, para amar sin hacer distinción de personas.
El desapego de las cosas materiales puede liberarme del egoísmo y hacerme descubrir la supremacía del ser sobre el tener.
La libertad interior sólo se alcanza amando. Es un derecho del amor de ir y venir entre nosotros, es el amor mutuo el que se convierte en la regla de juego.
La libertad interior no es la conquista de los derechos individuales, es una consecuencia del amor irrestricto y constante por el hermano.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Tal como somos y donde estamos, así, con nuestras limitaciones, "combatimos" el Mal con una fuerza que proviene de Dios, el amor. Y Él, que es el Amor y la Verdad, hará que nos sintamos libres, esperanzados, siempre operativos. (P.M.)