Abandonarme a la misericordia de Dios significa creer en su amor y en su perdón.
Cuando me siento indigno, porque soy consciente de mis debilidades y de mis defectos, ha llegada la hora de abandonarme por completo a Su amor misericordioso.
Dios no desprecia un corazón arrepentido, porque le agrada la sinceridad y la humildad.
El perdón de mis faltas me da un corazón puro y un espíritu decidido a no pecar más. (Cf. Sal 51[50], 12)
Cuando soy perdonado, me comprometo también a perdonar a los que me han ofendido.
Abandonarme a la misericordia de Dios me hace tener un corazón misericordioso y crea en mí, el verdadero espíritu de fraternidad.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Porque ahí, y solo ahí, en ese seno misterioso de Dios, somos verdaderamente activos. Nada ocurre a nuestra frágil naturaleza humana que no "ocurra" y tenga eco en el Corazón de Dios. Es así hoy y así seguirá siendo por toda la eternidad. (P.M.)