Esta frase le dijo el ángel a María en la anunciación. Se refería a Isabel, que era estéril y había concebido un hijo en su vejez.
A veces puede suceder que nos sintamos estériles; que no damos frutos en nuestro trabajo, en nuestras relaciones, en la vida familiar y en la vida espiritual.
Quizá confiamos solo en nuestras fuerzas. Es necesario ir más allá de nuestras capacidades con la ayuda de Dios. Confiarle todo, incluso nuestras aptitudes, nuestros éxitos y fracasos.
Si nada ha funcionado hasta ahora, si una vez más la imposibilidad nos inmovilizó, los obstáculos se multiplican y nuestras debilidades son evidentes, recomencemos.
Recomenzar es creer que para Dios nada es imposible.
Que podamos repetir en nuestra vida las palabras de María cuando fue a visitar a su prima Isabel: “El todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas!” (Lc. 1,49)
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Lo sabe bien la jovencita de Nazaret que hoy inicia su embarazo "por obra del Espíritu Santo". Solo esa fe inquebrantable en la Omnipotencia de Dios nos sustentará -débiles como somos- sobre roca. ¿O preferiremos construir sobre arena? (P.M.)