Esta disponibilidad al servicio sólo es posible si es motivada por el amor verdadero, aquel amor que fue sembrado en nuestro corazón por el Espíritu de Dios.
Es el Espíritu que nos sugiere usar todas nuestras fuerzas, mente y corazón, para ponernos al servicio de los demás.
Cada vez que medito sobre la potencia de ese amor, quedo extasiado en ver cuanto es revolucionario y transformador.
Primero, nos libera del egoísmo, que es lo que más nos esclaviza. Luego, nos lanza para fuera de nosotros en dirección al prójimo. Promueve la reciprocidad, que, de tan intensa, crea comunidades o las transforma en verdaderas familias.
El Espíritu de Dios tiene el poder, a través del amor, de generar la unidad entre todos porque los une, ante todo, a Él. En Él somos uno.
Y todo esto tiene inicio con ponerse al servicio de los demás.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Para que circule el amor, que es la salud. La humanidad enferma cuando en vez de "servir" a los demás, "nos servimos de ellos", y eso es egoísmo y muerte. Somos un "organismo"; la célula que yo soy "sirve" si está unida y es solidaria. (P.M.)