Este
salmo nos presenta a un hombre que se siente rodeado de peligros y amenazas y
necesita encontrar el camino recto que lo ponga por fin a resguardo. ¿A quién
pedir ayuda?
Consciente de su debilidad, al final eleva los ojos y clama al Señor, al Dios de Israel, el cual nunca ha abandonado a su pueblo, sino que lo ha guiado a través del largo viaje por el desierto hasta la Tierra Prometida.
La
experiencia del camino hace que renazca en el viajero la esperanza; es la
ocasión privilegiada para una nueva intimidad con Dios, para abandonarse
confiadamente al Amor fiel de Él a pesar de su propia infidelidad.
En
el lenguaje de la Biblia, caminar con Dios es también una lección de vida, es
aprender a reconocer su designio de salvación.
«Muéstrame
tus caminos, Señor, enséñame tus sendas»,
A
menudo, después de haber recorrido los senderos de nuestra presunta
autosuficiencia, nos encontramos desorientados, confundidos, nos volvemos más
conscientes de nuestros límites y carencias. Quisiéramos recuperar la brújula
de la vida y así conocer el itinerario hasta la meta.
Este
salmo nos ofrece una gran ayuda; nos incita a experimentar de nuevo o por
primera vez el encuentro personal con Dios, a confiar en su amistad.
Nos
anima a ser dóciles a sus enseñanzas, que nos invitan constantemente a salir de
nosotros mismos para seguirlo por el camino del amor, que Él es el primero en
recorrer para ir a nuestro encuentro.
Puede
ser una oración que nos acompaña durante la jornada y transforma cada momento,
gozoso o doloroso, en una etapa de nuestro camino.
«Muéstrame
tus caminos, Señor, enséñame tus sendas».
En
Suiza, Hedy, casada y madre de cuatro hijos, hace tiempo que procura vivir la
Palabra. Ahora está gravemente enferma, y sabe que está llegando a la meta de
su camino en la tierra.
Cuenta
su querida amiga Kati: «Cada vez que la visito, y también con el personal que
la cuida, Hedy siempre está proyectada en el otro, se interesa por cada uno, aunque
ya le cuesta mucho hablar. Da las gracias a todos por estar ahí y ofrece su
experiencia. ¡Es solo Amor, un vivo Sí a la voluntad de Dios! Congrega a muchas
personas: amigos, familiares, sacerdotes. Todos están profundamente
impresionados por la atención que presta a todas las visitas y por su fuerza,
fruto de su fe en el amor de Dios».
Chiara
Lubich comparó la vida con un «santo viaje»[1]: «[…] El
"santo viaje" es el símbolo de nuestro itinerario hacia Dios. […]
¿Por qué no convertir la única vida que tenemos en un viaje, un viaje santo,
como Santo es Aquel que nos espera? [...] También quienes no tienen un credo
religioso pueden hacer de su vida una obra maestra y emprender con rectitud un
camino de sincero compromiso moral. Ya que la vida es un "santo
viaje" siguiendo el trazado de la voluntad de Dios, nuestro camino nos
pide avanzar todos los días. [...] Pero ¿y si nos paramos? [...] ¿Debemos
abandonar la empresa, desanimados por nuestros fallos? No; en esos momentos el
santo y seña es "volver a empezar" [...] poniendo toda la confianza
en la gracia de Dios más que en nuestras capacidades. [...] Y sobre todo,
caminemos juntos, unidos en el amor, ayudándonos unos a otros. El Santo estará
en medio de nosotros, y Él se convertirá en nuestro "Camino”: Él nos hará
entender más claramente la voluntad de Dios y nos dará el deseo y la capacidad
de ponerla en práctica. Unidos, todos será más fácil y tendremos la bienaventuranza
prometida a quienes emprenden "el santo viaje"»[2].
LETIZIA
MAGRI
[1] Cf. Sal 84, 6: «Dichoso el que
encuentra en ti su fuerza, y peregrina hacia ti de buena gana».
[2] C. LUBICH, Palabra de vida, diciembre
2006, en EAD., Palabras de vida/2 (1991-2006), Ciudad Nueva, Madrid 2021, pp.
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