El que perdona alcanza el perdón. Especialmente de Dios, como lo recitamos en la oración del Padre Nuestro.
“Y cuando ustedes se pongan de pie para orar, si tienen algo en contra de alguien, perdónenlo, y el Padre que está en el cielo les perdonará también sus faltas” (Mc. 11,25)
El acto de perdonar se practica sobre todo en el corazón, pero es necesario hacerlo concretamente reconstruyendo la relación. A veces decimos: Yo perdono, pero no quiero tener más amistad con esa persona. Si ya no quiero relacionarme con la persona es porque el resentimiento permanece. Es un perdón sin valor. Has pensado si Dios hiciese lo mismo con nosotros?
Si las Escrituras nos enseñan que antes de orar y antes de llevar nuestra ofrenda al altar, debemos perdonar, significa que esta es la condición para que nuestra oración sea atendida y nuestra ofrenda sea aceptada.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
¿Y si de la ofensa recibida no se nos pide perdón ni conseguimos nosotros olvidarla? Presentando a Dios Padre nuestro corazón ofendido, Él sí puede liberarlo de cualquier rencor, otorgarnos la paz y limpiar nuestra mirada. (P.M.)
