Todos tenemos talentos a ser desarrollados y multiplicados.
Tenemos dones naturales, desarrollamos aptitudes, conocimientos y experiencias. Todo esto podemos hacer fructificar para el bien común.
No debemos usarlos solo para nuestro beneficio. El egoísmo entorpece los talentos e inutiliza las aptitudes adquiridas. Mientras que la generosidad los multiplica.
Recordemos la parábola de los talentos: los empleados que habían recibido más de un talento, invirtieron y obtuvieron el doble de ganancia. El que había recibido solo uno, lo escondió. El patrón se lo quitó para dárselo a los que tenían más. (Cf. Mt. 25,14-30)
Hagamos rendir nuestros talentos. Por Dios y para el bien de todos.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
¿No son los hijos el "más grande negocio" de los padres? Así es para nuestro Creador. Por eso, contar con Él, mirarle, ofrecerle nuestro trabajo, y dejar de mirarnos a nosotros mismos, es "dar gloria" a Dios, nuestro mejor "negocio". (P.M.)