La estrategia para entender cómo ser generoso al amar a cada prójimo es hacer la siguiente pregunta: Qué me gustaría a mí que me hicieran en la misma situación?
Si tenemos el valor de responder con gestos generosos, daremos siempre lo mejor de nosotros mismos a quien está a nuestro lado.
En casa, donde conocemos muy bien los defectos unos de otros, nos sentimos tentados a juzgar y no dar lo mejor.
En el trabajo, somos llevados a medir nuestra dedicación a los demás solo por la meritocracia.
En la calle, tenemos la tentación de juzgar por la apariencia y no amar a las personas dando lo mejor de nosotros.
Es un desafío dar lo mejor, pero cuando lo hacemos, la felicidad se refleja en el rostro del prójimo e invade nuestro corazón.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
¡Qué feo y desagradable y maligno resulta un corazón estrecho! ¡Y qué benéfica y urgente una "inyección" gratuita y universal del amor generoso! Ahí donde estemos. Es traer a este mundo la liberalidad de Dios. "Fratelli tutti". (P.M.)