La humildad siempre triunfará, porque no busca la vanagloria y no se enaltece con sus propias conquistas. Va mucho más allá de la arrogancia porque sabe pedir ayuda para salir adelante.
Reconoce su dependencia de los demás y sabe valorar el trabajo en equipo.
El que es humilde recibe los galardones de la victoria y los comparte con todos los que lo ayudaron a alcanzar sus objetivos.
El que realmente quiere salir adelante sabe cuándo pedir ayuda. Una pequeña parada y un pedido de información le ayudarán a llegar más fácilmente a un destino desconocido.
De la misma forma, un pedido de ayuda nos mantiene firmes y confiados en el camino hacia Dios.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
¡Cuántas circunstancias nos obligan a reconocernos así, interdependientes! ¿Se "rebaja" el brazo enfermo por necesitar del brazo sano? Que el mundo lo vea ("Mirad cómo se aman"): Dios nos hizo así. Servirnos mutuamente es un deber. (P.M.)