Cuánto más calificados somos, más podemos servir.
Ser humilde es dejar que Dios haga en mi maravillas, de modo que yo sea un instrumento del bien para las personas que encuentre.
Mis capacidades tienen un valor más grande si son puestas al servicio del otro, porque ser humilde no es negarse a si mismo, sino que es, incluso siendo “grande”, ser siervo de todos.
El verdadero maestro comparte todos sus conocimientos y se alegra al ver un discípulo hacer cosas más grandes y mejores que él mismo.
Si ponemos amor en todo lo que hacemos, haremos cosas grandes, teniendo como base la humildad.
“El que crea en mí, hará las mismas obras que yo hago y, como ahora voy al Padre, las hará aún mayores.” (Jn. 14,12)
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Por mucho que nos tienten otras "grandezas", que "se secarán pronto como la hierba, como el césped verde se agostarán", la única grandeza eficaz en este mundo es la de saber "hacerse pequeño", amar y servir. Con tesón y con humidad. (P.M.)