La fe mueve montañas.
Cuando alguien nos promete ayuda, ganamos confianza para realizar un proyecto audaz o para superar las dificultades.
La fe es muy superior a las técnicas de autoayuda. Si bien es bueno tener pensamientos positivos, estos no ayudan cuando el fracaso es inevitable.
Cuando tenemos fe en la protección de Dios, el fracaso es solo circunstancial, no es algo determinante hasta el punto de impedirnos recomenzar.
La unión con Dios nos fortalece en todo. Siempre estamos preparados para la lucha diaria, con la seguridad de la victoria.
Hoy, antes de cada actividad o delante de cualquier situación, digamos con fe: “Con tu ayuda, Dios mío, todo es posible.”
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Nací gozosamente "abandonado" al cuidado de mis padres, me "abandono" en las manos del médico, en la conducción del piloto... ¿Y va a ser menos libre y razonable decirle a Dios cada mañana: "Padre mío, me abandono a ti"? (P.M.)