“Sean mutuamente buenos y compasivos, perdonándose los unos a los otros como Dios los ha perdonado en Cristo.” (Ef. 4,32)
En este pequeño versículo, Pablo resume todas las reglas de la buena convivencia, resume la norma de todas las normas. Es decir, vivir la verdadera caridad.
Hagamos una reflexión empezando por el final del versículo: Dios nos perdona por medio de Cristo. Él nos ama primero; por lo tanto, podemos perdonarnos mutuamente.
Dios demuestra su compasión por nosotros; por lo tanto, podemos también ser compasivos unos con los otros.
Dios es bondad infinita. Seamos imitadores de Dios viviendo la benevolencia recíprocamente.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Benévolos, sí, bondadosos, mostrándonos mutuamente afecto y buena voluntad. La malevolencia es amarga y contaminante y "entristece al Espíritu Santo". Le alegran, en cambio, los corazones humildes, abiertos, positivos, sensibles... (P.M.)