Siempre podemos rezar por la Paz. Pero, para que nuestra oración sea eficaz, ante todo, debemos ser constructores de Paz.
La paz no es solamente ausencia de conflictos. Es armonía en las relaciones y nace en el corazón de cada uno de nosotros.
Cuando tengo paz, distribuyo paz. Mis gestos, palabras y actitudes deben ser de paz. Así, mi oración será escuchada.
Paz es también perdón, paciencia y comprensión; es tener disponibilidad para escuchar, para la asistencia al hermano; es vivir el amor en la misma medida de Jesús. Yendo más allá del límite humano para amar también a quien consideramos un adversario, un rival, o incluso, un enemigo.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Si el corazón vive en paz y somos pacificadores en casa, no olvidaremos que hay mucha más "casa" que sufre, hermanos que se pelean, heridas que claman por un orden que solo Dios y una Madre como María pueden restablecer. (P.M.)