“De acuerdo con la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia.” (2Pd. 3,13)
Este es el proyecto definitivo de Dios para toda la humanidad. Pero, cuál debe ser nuestra contribución?
Mirar todo lo que nos rodea como un don de Dios: la naturaleza, el universo entero y todas las criaturas.
Nuestro papel es el de ser protagonistas en la construcción de un nuevo cielo y una nueva tierra, buscando salvaguardar la creación en su modelo original; es decir, como Dios la pensó.
Buscar una comprensión cada vez más armoniosa del medio ambiente, con un sentimiento de preservación que lo proteja de la ambición destructora que solo busca aprovechar de sus riquezas.
Somos parte de la creación. No la podemos maltratar sin hacernos daño a nosotros mismos.
Salvaguardarla significa contribuir con su renovación, transformándola en nuevos cielos y en una nueva tierra.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Aluviones, terremotos, incendios, emigración, corrupción... El "gemido de la hermana tierra" y de nuestros hermanos obliga a mirar al Padre Dios. Su "proyecto de paz, de belleza y de plenitud" nos llama hoy a una "comunión universal". (P.M.)