Cuando todo está mal; cuando nada va bien; cuando parece que todo lo que hago está errado, es en esos momentos que tengo que confiar en Dios.
Cuando estoy triste; cuando la salud no es buena; cuando me siento incomprendido por todos, la confianza en Dios debe duplicarse.
Cuando ya no sienta más el entusiasmo de la vida cristiana; cuando no encuentro sentido al haber dejado todo por Dios, es justamente ahí que la confianza en Dios debe sostenerme.
Tener confianza en Dios es dejarse guiar por Él en la oscuridad, sin saber exactamente dónde voy a llegar, pero con la seguridad de que su amor me sostiene.
Con confianza, a pesar de todo, sigo amando!
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
No es siempre "la solución" del problema (que tal vez no llegue) lo que más importa, sino su "gestión", que, vivida como "pobres de espíritu", sin bloquearnos, nos lleva a rezarle a Dios, como mejor Gestor: "¿No te tengo a ti en el cielo?" (P.M.)