En este caso, tener un corazón abierto significa tener compasión. Significa ponerse en el lugar del otro y acogerlo con generosidad.
La sensibilidad para reconocer las necesidades de las personas cercanas a nosotros, o incluso lejanas, es una práctica que nos purifica.
Cuando compartimos del dolor de los demás, se desencadena un fenómeno que cambia algo para mejorar, dentro de nosotros y en las personas a las que se ayuda. Se fortalece la unión y la amistad se consolida.
Reconocer las necesidades de quienes están a nuestro lado y actuar asumiendo como nuestra su dificultad.
No se trata solo de una asistencia, sino de una presencia fraterna que es fruto del amor recíproco.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento