Chiara Lubich solía repetir esta frase y explicaba su significado en el sentido de que todo lo que hacemos por Dios y para Dios, aunque esté dirigido directamente al prójimo, adquiere un valor incalculable. Dios mismo lo valora y lo toma como hecho a él.
El mismo Jesús dice que incluso un vaso de agua ofrecido a alguien por ser su discípulo, no quedará sin recompensa. (Cf. Mt. 10,42)
Podemos concluir que Dios valora nuestros actos por la intensión con la que los realizamos. No importa si es algo grande o pequeño. Lo más importante es que su motivación sea el bien del otro; es decir, el deseo de amar al prójimo.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Hoy es el cumpleaños de la Virgen. Por su "pequeñez" llega al mundo el Hacedor del mundo, Dios, el Amor. Viene a nosotros por Ella. Y enseña que solo siendo pequeños somos grandes. Más grandes cuanto más pequeños. Como Ella. (P.M.)