El amor es intuitivo y se anticipa a las necesidades de la persona que es objeto de su atención.
Debemos tener un amor delicado, atento, que cuida verdaderamente, que está atento a las necesidades del hermano y que satisfaga sus necesidades en todo momento.
El deseo de amar ya es amor, por eso trae consigo intuición, iniciativa y disposición para atender al otro en todo lo que necesita.
El amor atento es equilibrado, ya que una atención excesiva puede significar el deseo de controlar a la otra persona.
La medida del amor es abundante y desborda en generosidad, pero nunca es excesiva, solo da lo necesario.
Y a quien da, le queda la sensación de plenitud en su corazón, que ya demuestra el céntuplo prometido por Dios
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
¿No practicamos alguna vez esa forma de amor superficial por la que uno "hace como que escucha" pero no se entera de casi nada? Con ese amor desatento nos engañamos mutuamente y construimos poco o nada. Dios, el Amor, no ama así. (P.M.)