Sometiéndose al sufrimiento de la cruz, Jesús llegó al extremo del amor. Nadie tiene mayor amor que aquel que da la vida por los amigos. No solo da la vida, sino, que lo hace con el sufrimiento más atroz y la muerte más infame.
Su amor fue tan extremo que tuvo la fuerza de la resurrección.
Nosotros podemos imitarlo en las debidas proporciones, transformando nuestros pequeños o grandes dolores en amor. Continuar amando incluso bajo el peso de la cruz.
Este es el mayor sacrificio por amor a nuestros hermanos y hermanas.
Esta es la alquimia divina que Cristo hizo posible de realizar por el ser humano: transformar el dolor en amor.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Porque el sufrimiento "forma parte de nuestra existencia" y nos será imposible suprimirlo, Dios no nos deja solos, lo hace suyo, nos enseña a no huir y a encontrarle sentido. "La cruz no está de moda, pero cura por dentro" (Papa Francisco). (P.M.)