El amor de Dios se manifiesta siempre, incluso cuando aparentemente parece lo contrario.
Tenemos una visión limitada de la realidad, la vemos e interpretamos muy superficialmente. Dios ve el todo y la profundidad de las cosas, por eso ve siempre nuestro bien y lo proporciona según su infinito amor.
Cuando no podemos ver el amor a nuestro alrededor, miremos dentro de nosotros. Es allí donde él se manifiesta más.
Si todo parece oscuro dentro de nosotros, vayamos al encuentro del hermano, porque quien ama encuentra la luz.
Cuanto más amamos, tanto más descubrimos que el amor de Dios está sobre todas las cosas y por detrás de todos los eventos.
Miremos al crucificado. Es muy difícil entender el amor que brota del sufrimiento, pero fue allí donde el amor de Jesús por nosotros llegó al extremo.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Esta fe transforma la vida: creer que estamos en este mundo porque Dios nos amó; y fiarnos de que a ese Amor nada se le escapa de cuanto vivimos, nada es casualidad, todo acontece para que crezcamos y seamos eternamente felices. (P.M.)