Algunas personas tienen la alegría como distintivo personal. Reparten sonrisas gratuitamente, hablan de cosas positivas poniendo énfasis en lo que es bueno y agradable.
Hace bien estar con personas así. Es bueno encontrarlas, hablar con ellas y tener su amistad.
Todos podemos ser distribuidores de alegría. Basta que nos acerquemos a las personas con la intensión de amar y servir concretamente con alegría en el corazón.
La verdadera alegría es paz y serenidad, es aceptación, es estar dispuestos a servir, es estar juntos.
Servir con alegría es ser compañero de camino y compartir la vida del otro.
“¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos!” (Sal. 133,1)
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Que se sienta amado de verdad. No con la alegría superficial que "imponemos" desde fuera, sino con el humilde gozo de ofrecer el Amor que recibimos de Dios. Cuando vivimos contentos, nuestro Ideal es contentar. (P.M.)