Los árboles se conocen por sus frutos. Jesús nos hace esta observación para alertarnos contra los falsos predicadores de la Palabra, que la predican y no la practican. (Cf. Mt. 7,16-20)
Por otro lado, incluso un árbol bueno debe ser bien cultivado para poder producir buenos frutos.
Observar la Palabra significa cultivarla en nuestro corazón para que se convierta en vida.
Y sus frutos son: sabiduría, paz, alegría, coraje, perseverancia en el amor, fe y esperanza.
Así como ningún árbol produce sus frutos para él mismo, nosotros también, hacemos fructificar la Palabra en nosotros, para alimentar a todos los que están alrededor nuestro.
El testimonio de la Palabra vivida genera a Cristo en los corazones. Este es su mejor fruto.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
"Hágase en mí según tu Palabra". Nada imprime tanta energía en el alma como esa Voz y ese Guiño de Dios que nos acompaña desde por la mañana. Y no será lo que vivimos sino "cómo lo vivimos" lo que nos hará felices y fructíferos. (P.M.)