Dios está siempre a nuestro lado, incluso en los momentos en que nos sentimos solos y abandonados.
El momento en que Jesús más amó fue en el momento en que gritó: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?”. Allí sintió todo el dolor de la humanidad. Experimentó la división más dolorosa que fue la sensación de distanciamiento del Padre. Pero, a pesar de no sentirlo, el Padre estaba con Él, porque la unidad de la Trinidad no se deshace nunca.
Antes de expirar, Él exclamó la frase que permitió la resurrección: “En tus manos Padre, encomiendo mi espíritu”.
Recordemos la fidelidad de Dios a lo largo de nuestro camino. Incluso en los momentos de total abandono, Él está presente.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Eso significa que nuestra vida puede convertirse en una lección constante: Que un Dios "Viajero" nos ofrezca su intimidad, nos explique cada "paisaje" de la vida, nos llene el corazón de esperanza... ¿no es para animarse a "viajar" así? (P.M.)