Saber esperar el tiempo de Dios.
A menudo queremos imponer nuestro tiempo a Dios. Pedimos algo y nos impacientamos porque no vemos que se realice lo que pedimos.
Si tenemos una fe renovada por el amor y lo que pedimos es el bien que Dios desea para nosotros, sucederá a su tiempo.
Si Dios quiere algo diferente de lo que pedimos, a cambio sucederá un bien mayor. A veces es difícil ver el amor de Dios, porque incluso puede esconderse detrás de una fatalidad.
Si lo dejamos obrar en nuestras vidas, seremos testigos de muchos milagros. Incluso una simple palabra dicha por Dios a través de nosotros, cambia los corazones de las personas a nuestro alrededor. El amor puro y una fe renovada obran milagros de conversión.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Por eso, que no se nos vuelva rutinaria y fría la fe. Milagros, los que Dios quiera, como quiera y cuando quiera; que, si Él está, los hará. El mayor milagro será siempre la paz del corazón y el amor entre nosotros. Contentos y agradecidos. (P.M.)