Al ascender al cielo, Jesús prometió enviarnos el Espíritu Santo de Verdad, que debería iluminarnos, dar fuerzas, recordarnos todo el mensaje de amor que Él nos había transmitido, que nos daría la Sabiduría, el conocimiento de las cosas y el conocimiento de Dios.
Jesús cumplió su parte y nos envió el Espíritu Santo. Ahora falta nuestra parte, nuestra adhesión, dejarnos guiar por el Espíritu.
El Espíritu siempre nos muestra el camino del bien y del amor, pero es también el camino más difícil porque no existe el bien sin la cruz, sin el sufrimiento, sin las adversidades.
Cuando nos dejamos guiar por el Espíritu, llegamos a los confines de la tierra, también llegamos a los confines del corazón humano, especialmente de aquellos que están lejos de Dios.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Toda adversidad que nos llega trae una lección para madurar y crecer. Pero solo desde la humildad de la fe lo entendemos y vivimos debidamente: la negación de uno mismo es siempre principio de libertad interior, de paz y alegría nuevas. (P.M.)