Jesús nos reveló el amor infinito de Dios, pero al mismo tiempo, nos mostró la condición para seguirlo.
Aceptar y hacer la voluntad de Dios en nuestra vida no significa que todo va a ser fácil y sin sufrimiento.
Simplemente significa que sabremos dar el valor razonable a las cosas que nos suceden. Tanto las buenas como las malas; los éxitos como los fracasos, las alegrías y los dolores.
Son dos condiciones: renunciar a uno mismo y tomar la cruz.
Es una decisión difícil, pero podemos aceptar todo por amor.
Jesús solo quiere que tomemos la decisión. Después, Él mismo nos ayuda a llevar esta cruz, para que se convierta en un puente entre el sufrimiento y la felicidad.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Desde que nacemos, nos llega a todos por una u otra vía el sufrimiento; forma parte de nuestra existencia. Pero, gracias a Dios, acude también en nosotros el amor a elevarlo, a "traspasarlo de luz", a darle sentido y sacarle provecho. (P.M.)