Dios está en todos los lugares del mundo y en todo lo que nos sucede. Sin embargo, queda feliz, con toda seguridad, cuando lo acogemos en aquello que es simple y humilde.
Dios está en la sonrisa de un niño, así como está en la mirada triste de un anciano abandonado.
Dios está en la comodidad de una familia, pero también podemos reconocerlo en un indigente que deambula por las calles.
Dios está en una gran catedral, así como está en una pequeña iglesia al costado del camino.
Dios está en una flor que florece, en un bosque que crece; está en el mar sereno o agitado y está en el sol que nos calienta.
Dios está en cada palabra que demuestra cariño, ternura y compasión.
Cuando comenzamos a acoger a Dios en las cosas más simples y humildes, aprendemos a reconocerlo más fácilmente en cada prójimo que encontramos.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
¿Verdad que suena inaudito y excesivo: acoger a Dios? Y, sin embargo, es posible y fundado en su Palabra: "Estoy de pie a la puerta y llamo": dificultades, gozos, personas, contratiempos... Todo puede ser vivido hoy como "visitas" suyas. (P.M.)