Hoy Jueves Santo. Dios inventa a los sacerdotes para bautizar, perdonar, bendecir, consagrar...; se convierte en pan para nutrirnos de Sí; nos lava los pies para enseñarnos el amor fraterno. ¿Se puede hablar más claro? (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Puede suceder que alguien, que siempre ha tenido una vida ejemplar, de repente cometa un error. Y ya está! A partir de ahí empieza a ser identificado sólo con ese error. Incluso si se arrepiente, si pide perdón a los ofendidos, será recordado por su error.
Todos cometemos errores. Algunos nadie los conoce, otros son notorios. Y lo que más nos gustaría es que nuestros errores sean olvidados para poder recomenzar libres de condenas.
Dios, en su infinita misericordia nos ve siempre nuevos. Él perdona y olvida nuestros errores. Acepta nuestra petición de perdón y nos da amnistía ilimitada.
Alguien podría decir que una ofensa grave no se olvida, porque es una herida. Pero la herida puede sanar. La cicatriz siempre será un recordatorio de la herida, pero ya no duele.
Hagamos lo mismo entre nosotros: perdonemos, olvidando los errores unos de otros.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento