Como mira Dios desde la cruz. Ahí nuestros ojos recobran la luz, y cosas y personas se iluminan. ¡Qué rebelde y egoísta debe ser nuestra ceguera para que haya querido Él someterse a una prueba de amor tan ignominiosa! (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Como mira Dios desde la cruz. Ahí nuestros ojos recobran la luz, y cosas y personas se iluminan. ¡Qué rebelde y egoísta debe ser nuestra ceguera para que haya querido Él someterse a una prueba de amor tan ignominiosa! (Padre Manolo Morales o.s.a.)
Mirar las cosas, especialmente mis posesiones, sin egoísmo, pero con un desapego interior que me permita disponerlo todo para servir mejor al prójimo.
Mirar a las personas, especialmente a las más queridas, sin pretensiones de exclusividad en la relación. Una amistad cuanto más abierta a todos, más verdadera y duradera.
Mirándome a mí mismo sin pensar que mi idea es la mejor, que mi conocimiento es el más completo, que mi conducta es la más correcta. El desapego de lo mío me lleva a valorar más justamente a los demás, de igual a igual.
Finalmente mirar a Dios, que es mi tesoro, y comprender que puedo compartir sus dones con todos. Llevarlo a cada corazón para que Él sea todo en todos.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento