Para cuidarnos de alguien, cuidar su bienestar y atender sus necesidades, es necesario que esa persona ocupe un lugar especial en nuestro corazón.
Por ella somos capaces de sacrificarnos. Sus alegrías nos hacen felices y sus dolores nos hacen sufrir.
Cuidamos porque sabemos que somos cuidados por ella de la misma manera. El cuidado es mutuo y verdadero.
Para hacer lo mismo por todos sin distinción, basta reconocer en ellos la presencia de Jesús y debemos cuidarlo en cada uno de los hermanos.
Él en nosotros, Él en cada persona, esta es la mejor manera de llenar de cuidados a nuestros prójimos.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
¡Cómo resplandece la convivencia cuando "nos cuidamos" recíprocamente, miramos el uno por el otro, nos damos aliento, nos acompañamos sin envidia! Es la invitación más atractiva a creer en el Amor: "Mirad cómo se aman". (P.M.)