No son palabras bonitas, frases construidas o ideas ilusorias las que infunden esperanza en las personas.
Leí una definición de esperanza dicha por un hermano Camiliano, José Carlos Bermejo, con la que me identifiqué: “La esperanza es como la sangre, no se ve, pero está presente. La sangre es vida y así es la esperanza.”
Delante de alguien que está sufriendo, sin esperanzas, debemos ser solidarios, debemos donarnos sin medidas y no sólo decirle palabras bonitas.
Cuando estamos enfermos o pasando por alguna otra dificultad, nuestras prioridades cambian y la búsqueda por una calidad de vida pasa a ocupar el primer lugar.
Veo que las personas que tienen una espiritualidad, tienen una esperanza constante.
Creo en milagros y he sido testigo de muchos de ellos, pero para mí, el mayor milagro es permanecer en el amor con las condiciones que la vida me ofrece en el presente, pues el amor abre horizontes de esperanza en cualquier futuro.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Horizontes como los ojos del nietecillo en los brazos del abuelito. Así nosotros: "recién nacidos" y el alma limpia. Que nuestros límites y la fatiga de cada día, y tanta noticia de dolor, no nos impidan rezar: "Venga a nosotros tu reino". (P.M.)