Todos los que creen en el Resucitado, son enviados en esta misión. Cada uno según su estado de vida: sacerdote o laico.
Cada uno según su medida. Según lo que Dios le pide como persona religiosa, profesional, padre o madre de familia, como joven, e incluso como hijo.
Esta proclamación del Evangelio, no necesariamente debe ser dicha. Ante todo, debe ser hecha con la vida.
Cuando vivimos la Palabra, Dios nos ilumina y comenzamos a usar nuestra creatividad.
Francisco de Asís inventó el pesebre para evangelizar sobre el nacimiento de Cristo.
Hasta el día de hoy, este invento suyo adorna los hogares cristianos, las iglesias, las tiendas y las calles para recordarnos el nacimiento del salvador.
Esta frase del Evangelio de Marcos, no estaba dirigida solo a los apóstoles, sino a todos nosotros. Para que seamos, en este día, los proclamadores del Evangelio.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
¿También cada uno de nosotros? ¡También! Es imposible sentirse hijos de Dios y no ofrecerle nuestros brazos, donde estemos, para curar, acompañar, abrazar cada soledad y carencia de los hermanos. Eso es lo que llena el corazón. (P.M.)