Estamos en el siglo XXI y aún hoy existe discriminación y persecución religiosa.
La intolerancia religiosa es uno de los males que perduran en el tiempo. Sí, el martirio aún está presente entre nosotros.
Debemos rezar continuamente por todas esas personas que son perseguidas por la sencilla razón de profesar su fe.
Antes de rezar por las personas que son perseguidas por causa de su fe, trato de hacer un examen de conciencia para ver si yo mismo discriminé o perseguí a alguien que profesa una fe diferente a la mía.
Mi oración debe ser integral, así como es el amor de Dios por todos: cristianos y no cristianos, e incluso por quien no tiene una convicción religiosa y que, por esta razón es perseguido.
Recemos teniendo en el corazón el mismo amor que Dios tiene por sus criaturas. Recemos como amamos, sin hacer distinción de personas.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
A ese extremo llega la soberbia del hombre, a querer gobernar las conciencias, discriminar y odiar a los creyentes. Orar nosotros por ellos es como convertirnos en "donantes de sangre" y fortaleza. Injuriar a Dios es injuriarnos a todos. (P.M.)