Tenemos que entrenar nuestro intelecto y nuestra voluntad para entender cómo podemos dejar que el Espíritu de Dios nos guíe en todas nuestras acciones y decisiones.
Para esto tenemos la voz de nuestra conciencia, tenemos la Sagrada Escritura, la opinión de personas más experimentadas, las circunstancias y las condiciones de vida del momento presente. Estos y otros elementos pueden ayudarnos a discernir lo que el Espíritu de Dios nos sugiere.
La forma más práctica, que también es condición para que todo lo arriba citado sea efectivo, es amar.
El Espíritu de Dios se manifiesta en nosotros por medio del amor y nos conduce por sus caminos.
“El que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él.” (Jn. 14,21)
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
La vida es un viaje hacia la Luz. Dios nos llama "hijos de la luz", porque sabe que, en nuestros caminos, habrá tinieblas. Mejor, pues, que "maldecir la oscuridad" es encender, con el amor perseverante, obras que iluminen este mundo. (P.M.)