En el Evangelio de Mateo, capítulo 5, versículos 13 a 16, Jesús dice que somos la sal de la tierra y la luz del mundo.
Explica que la sal sirve para dar sabor y que la luz sirve para iluminar. La luz no debe estar en lugar escondido, debe ser puesta donde pueda iluminar toda la casa.
Concluye diciendo en el versículo 16: “Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.”
Por lo tanto, iluminar sí, pero para dar gloria a Dios por esa luz, porque ella viene de Él.
Es un texto muy rico de significado. No podemos dejar de mostrar la luz que tenemos, pero recordemos que solo somos instrumentos en las manos de Dios y que todo el mérito y toda la gloria son para Él, porque Dios es luz y no hay tinieblas en Él.
Pongamos en evidencia la obra que Dios realiza en nosotros.
Abrazos,
Apolonio Carvalho Nascimento
Por eso, acercándonos a Él, nos volvemos transparentes y sinceros, dispuestos a limpiar cualquier mentira escondida. Esta "Luz grande" es la que nos hace verdaderos. ¡Ojalá pueda yo decir como Él: "Yo he venido al mundo como luz"! (P.M.)